viernes, 7 de diciembre de 2012

Toda una vida en cinco años


¿Cómo enfrentarse de nuevo a una página en blanco? Hace tanto que no escribo, desde mediados de mayo, que este momento se ha ido alargando y posponiendo, alimentado por esa razón estúpida de que "hace tanto tiempo que no escribo que ya se me habrá olvidado hacerlo..." y así cada día le sumo una marca más al calendario, y cada vez el tiempo sin escribir es mas , y ... en fin, la pescadilla que se muerde la cola.
¡Ah, y la pereza...! esa mala amiga y compañera de camino a la que le gusta zancadillearme (aunque bien que me dejo).
Pero necesito escribir, y en gran parte porque se de buena tinta que hay gente, amigos, que están esperando que vuelva por mis fueros. Y retomo el blog por ese afán de contentar a los demas y por ese sentimiento egoista de saberme observado y esperado.
Pero no sería de justicia decir que lo hago solo por los demás, así que dejaremos la ecuación en dos tercios de sentimiento egoísta y un tercio de motivaciones personales.
¿...Y como continúo después de 7 meses sin escribir? ¿qué puedo contar? Pues hablaré de una fecha especial que se cumplió hace menos de cinco días y que significa mucho para mi... a pesar de que tuvieron que recordármela. Pero que me ha hecho querer ponerme de nuevo frente al teclado para contarla.
Hace cinco años (lo pienso y me asombro de lo rápido que corre el tiempo) exactamente el 2 de Diciembre de 2007, y tras un encierro forzoso de 11 meses por motivos de salud, me reencontré con mis amigos en una noche de fiesta. Bares, musica, risas, cariño, emoción por volvernos a ver... Fueron tantos los sentimientos que evoco de aquella noche, que recuerdo fría por el clima, pero muy cálida a la vez al sentirme tan arropado por mi gente...
Esa noche fue un nuevo comienzo, y si lo pienso bien creo que en estos 5 años he vivido tantas cosas como en una vida entera. Ha entrado gente nueva en mi vida, he conocido a las parejas que mis amigos encontraron durante mi “paréntesis”, pues la vida no se detiene, y por suerte he podido ver como se casaban e incluso algunas tenían hijos. He vuelto a trabajar, tanto en cosas que me dan igual y que hago solo por dinero como en cosas que me apasionan: dibujar y enseñar lo que sé de este arte. He discutido, me he reconciliado, he amado, he odiado, me han roto el corazón, he visto mis límites y en ocasiones los he superado. He descubierto nuevas aficiones (como esta, escribir), he tenido buenas y malas rachas, he cantado hasta quedarme ronco, he reído y he llorado, y a veces he llorado de la risa; he dejado cosas a medias y otras las he exprimido hasta la última gota. He sido un santo y un hijoputa. A veces he vivido solo porque la corriente me arrastraba, y otras degustando cada segundo.
Así que hace 5 años volví a nacer, y he vivido en este tiempo millones de experiencias. Como para una vida entera.. Pero eso no quiere decir que ya no quede nada por vivir. Aún queda mucho por hacer.
Por ejemplo, debo encontrar a la mujer del vestido blanco... de quien os hablaré en otra ocasión.
Gracias por leerme, amigo, amiga. Y si has compartido algun rato conmigo en estos 5 años... multiplica las gracias por las sonrisas y suma todo mi cariño.
Nos vemos pronto.

sábado, 12 de mayo de 2012

RELATO: OSCURIDAD


Yo vivía en la oscuridad. Y la verdad, no me quejaba, o al menos no muy alto. Tenía un vago recuerdo de que el mundo no solo estaba hecho en tonos grises oscuros, envuelto en bruma negra... pero nunca iba mas allá de ese recuerdo. Tal vez si lo hubiese intentado con más ganas, hubiese rememorado formas y colores que hubo una vez en mi vida. Y tal vez hubiese querido hacer algo para recuperarlos.

Pero yo vivía en la oscuridad, y aunque no era agradable, era mejor lo mejor que tenía. O al menos eso pensaba, pues si me movía, si echaba a andar, sin rumbo fijo, por supuesto, me perdía. No hay puntos de referencia cuando no puedes ver nada. Entonces me encontraba con un sentimiento que me atenazaba las piernas, que no me dejaba respirar... hasta que comprendía, o me convencía, de que no estaba perdido. Si todo el mundo que conoces es igual, si no hay diferencia ninguna... es que no me había perdido. Seguía en el mismo sitio. Entonces me calmaba, volvía a tumbarme y a seguir en mi duermevela eterna.

Fueron pocos los paseos que dí, y siempre se repetía la misma historia: sentir dolor, creerme perdido, tener miedo... y dejarme caer al suelo convencido de que seguía en mi hogar, en mi oscuridad. Que no merecía la pena buscar otra cosa. Muy de vez en cuando volvía a intentar moverme, descubrir algo nuevo, tal vez una salida, quizá guiado por aquel sentimiento enterrado bajo toneladas de niebla (pues la niebla allí parecía tener peso) que decía que no siempre había sido todo negro.

Y siempre, cada vez, terminaba con mi cuerpo desmadejado en el suelo y resignado a vivir en la oscuridad.

Hasta que un día... o una noche, quien podría asegurarlo, vi algo diferente. No podía dejar de mirarlo mientras le daba vueltas a la cabeza buscándole un nombre, pues de alguna manera sabía que lo conocía, que lo había visto antes...

Era LUZ. Si, esa era la palabra. Delante de mi, un punto de luz brillaba con timidez, pero sin descanso. No sabía decir si era pequeño y estaba cerca o era grande y estaba lejos, y su brillo me llegaba atenuado por tener que traspasar capas y capas de nubes, bruma y oscuridad.

Entonces me levanté; todos mis huesos crujieron y todos mis músculos se quejaron. Demasiado tiempo en la misma postura. Y con mi cerebro igual. Estaba oxidado y le costaba funcionar pero... tenía que encontrar ese punto de luz.
Y empecé a caminar, con la vista fija en aquel brillo. Mis piernas dolían, mis pulmones no recordaban como respirar, pero yo seguía andando. Intentaba apartar con las manos la niebla delante de mi, con la esperanza de hacer mas grande esa luz, de destaparla, pero no lo conseguía. Y seguía andando, y me caía muerto de cansancio y miedo, pero seguía a gatas, hasta que me encontraba algo mejor y volvía a levantarme y volvía a caerme y caminaba a cuatro patas, me arrastraba, lloraba, gritaba, el punto de luz quería llegar a el no importaba mi cuerpo ni mi mente ni el dolor ni el miedo la luz la luz era lo importante apartaba bruma con las manos se deslizaba entre los dedos no conseguía nada pero la luz debía llegar a la luz seguir caminando un pie primero luego otro dolor y el oxigeno parecía desvanecerse pero la luz seguía delante de mi y yo debía llegar a el apartar la oscuridad estaba harto de oscuridad maldecía la oscuridad el punto de luz seguía delante de mis ojos yo continuaba caminando aunque costaba y dolía y la verdad es que costaba y dolía demasiado pero no hacía caso solo quería la luz tenerla entre mis manos sentir calor poder verme a mi mismo como era realmente y ver lo que la luz podía iluminar y ver las formas y los colores que recordaba vagamente y por eso caminaba sin descansar a veces con lágrimas en los ojos por el dolor y el miedo y entonces por esas lágrimas la luz se convertía en mas luces y era bello y yo seguía caminando y la luz poco a poco se hizo mas grande y me parecía que la niebla se aclaraba pero no podía asegurarlo porque solo miraba la luz brillante bella diferente era lo único a lo que prestaba atención aunque sabía que mi cuerpo y mi mente querían gritar de dolor no importaban la luz era lo que importaba y era cada vez un poco mas grande yo caminaba o me arrastraba porque quería llegar a la luz...

Y por fin, después de mucho caminar, la tuve delante de mi. Pero no podía acercarme más... había encontrado el Sol. Había conseguido salir de la oscuridad. Me sentía libre y sabía que a mi alrededor había formas y colores, las cosas que estaban guardadas en mi memoria. Las veía por el rabillo del ojo y me sentía feliz por estar otra vez con ellas y quería mirarlas, pero estaba demasiado absorto mirando al Sol, la luz que había perseguido. Ahora la tenía frente a mi, y ya no podía acercarme mas. Y seguí mirándola fijamente...

Hasta que su resplandor me dejó ciego.

Entonces me maldije por no haber apartado mi mirada a tiempo y no haber disfrutado de las formas y los colores que me estaban esperando. Ahora me doy cuenta de que lo que el Sol iluminaba era lo que había estado persiguiendo en realidad. La luz solo me marcó el camino. Pero me acabó cegando.

viernes, 27 de abril de 2012

DUELO AL SOL

Me niego. Me niego a terminar el mes de Abril sin escribir una sola linea. me niego a darle la razón a esa voz de mi cabeza que me dice "no merece la pena". Porque SI merece la pena. Se que hay gente esperando para leerme. y yo estoy el primero de la lista.

¿Y por qué he estado tanto tiempo sin escribir? (creo que esa pregunta ya la he formulado antes...)
La respuesta es curiosa y contradictoria, y cuando me he dado cuenta de ello ha sido como un mazazo en
la cara...




 No escribo porque he decidido que quiero ser escritor.

¿Alguien lo entiende? ¿No es cierto que es un competo contrasentido? ¿Realmente estoy loco? Teniendo en cuenta que he dicho que hay voces en mi cabeza, podría pensarse que sí. Pero no es ese tipo de locura.

Lo que me pasa es muy fácil de explicar. Soy un eterno adolescente. Huyo de responsabilidades, intento no madurar; ir siempre de la mano de alguien. Volar solo me da miedo, y por eso lo evito. Al decidir que quiero ser escritor (en un sentido muy amplio de la palabra; tal vez sea mejor usar la expresión "contador de historias") me marco una meta. Decido que quiero vivir de ello, o intentarlo al menos. Es decir: escribir será mi trabajo. Es decir: toca madurar. Es decir: no apetece dejar la comodidad de no hacer nada. Es decir: el miedo aparece. Es decir: me alejo de cualquier cosa que tenga que ver con la escritura.
 Dejo el Blog a un lado, no hago caso a los apuntes sobre estilo literario que he conseguido, abandono los 15 minutos de escritura que hacía cada mañana nada mas despertar, no miro las webs que me dio Pedro Ugarte (escritor) donde hay cursos y concursos de literatura... incluso, y aunque parezca una banalidad, no dejo comentarios en otros blogs o en facebook.

Se supone que el miedo es bueno siempre que nos haga avanzar. Pero si nos paraliza, no nos deja cumplir los sueños, entonces se convierte en un enemigo a batir. Yo le he dado con el guante en la cara, nos hemos mirado a los ojos, hemos esperado a que sonara la última campanada mientras una bola de paja seca se cruzaba entre nosotros, como una película del oeste. Y yo he desenfundado primero. No un revolver, sino una pluma. Y un lápiz. Y un teclado. Y un cincel ...y aquí me hallo, escribiendo su epitafio en una losa.



                                                               Descanse en paz.


Como conclusión, decir que solo existen dos emociones. Amor y Miedo. En mi caso, Amor por contar historias, Miedo a madurar. Debemos decidir con cual de las dos emociones queremos recorrer la vida. Yo decido hacerlo con el Amor.

martes, 20 de marzo de 2012

VICTORIA

Lo reconozco, han sido muchos, muchos días sin ponerme delante del teclado  a escribir en serio. He dejado el blog abandonado, y con el a mis lectores, cosa imperdonable. Necesitaba un tiempo para mi, los días no han sido fáciles últimamente, la ansiedad, los nervios y el miedo me han pegado duro y eso ha hecho que me sintiera cansado, mas mental que físicamente.

Agazapada como un animal salvaje, la ansiedad me estuvo acechando, dispuesta a saltar a por mi en el momento mas oportuno. Normalmente en lugares en los que ya me ha atacado antes y me nota débil.
El sábado por ejemplo fue un día fantástico. De los de enmarcar. Lo viví sonriente, feliz y agradecido, acompañado de una persona muy especial, que se ha volcado para ayudarme. Pero cuando llegué al gimnasio del colegio que abro y cierro, nada mas poner el pie allí, comencé a sentirme mal. A pensar que, cuando se fuesen todos y me quedara SOLO, sin nadie a quien pedir ayuda, iba a tener un ataque de ansiedad como el que tuve en ese mismo sitio dos semanas antes. Y la verdad, así no se puede vivir.

Si algo he sacado en claro, es que no vivo en el presente, en el ahora. Vivo creyendo que "luego", cuando haga algo como coger un autobús, me encuentre solo en mi trabajo, me voy a sentir tan mal como "antes", cuando los nervios me agarran y me nublan hasta tal punto que no soy capaz de ver o sentir otra cosa que no sea angustia.

Tampoco me apetecía escribir. no se puede decir que haya estado de huelga creativa. He hecho un montón de dibujos en estos días. Este domingo apenas hice otra cosa, llegando a tener un pequeño callo en el dedo índice, de agarrar los lápices. Creo que he preferido dibujar a escribir porque la obra terminada se aprecia en un segundo. No hace falta dedicar minutos a leerla, como pasa con un relato. Lo ves (lo MIRAS) y sí, puedes dedicarle el tiempo que quieras, mirar detalles, pensar qué cambiarías, o de qué te sientes mas orgulloso... pero el efecto sedante de un dibujo terminado es una droga de acción rápida.


Estoy dando muchos rodeos para contar lo que quiero contar. Pero creo que tengo que dar otro paseito por las palabras para que entendáis al completo el propósito de mis palabras.
 ESTOY HARTO de vivir con miedo. Harto de la necesidad de bajarme de un autobús, de no ser capaz de salir con mis amigos, de estar pendiente del teléfono, de donde estarán mis padres si les necesito... Harto de necesitarles, pues tengo casi 29 años y me están cuidando como si tuviera 3, y necesitara de atención continua o moriría de inanición. Harto de no hacer nada con mi vida, y no dejarles vivir la suya como merecen. Ya jubilados, en vez de viajar, descansar y poder dejar de trabajar, deben quedarse en casa pendientes de mi.
Estoy harto de que mis amigos se hayan acostumbrado a que no salga y ni siquiera me llamen, y harto de sentirme tan mal como para no llamarles a ellos por no tener ganas de salir...



Si miráis en este mismo blog, veréis el relato "LA guarida del Dragón". He estado bajando al metro para acostumbrarme y quitar miedos. Pero no pasaba de ahí... estaba estancado en algo bueno... pero no daba pasos hacia algo mejor. Y esta mañana, cuando me he despertado cansado de mi vida, me he vestido, he ido al salón, le he pedido a mi padre que se vistiese y me acompañase al metro. Iba a enfrentarme al dragón, así, sin pensármelo. Con escudero, cierto. Pero todo el trabajo iba a hacerlo yo. El solo estaba para vendarme las heridas si debía entrar en combate. ¿Resultado? Victoria aplastante para Alvarito. Un total de 5 paradas, incluso una mas de lo que tenía previsto en principio. De propina, al bajarme, he estado en la estación casi otros 10 minutos, viendo llegar y partir trenes. Cuando subía las escaleras, tenía ganas de llorar de la alegría y la emoción.


Y de lo que me he dado cuenta es que no he vencido al dragón (el metro), porque no he luchado contra el. He luchado contra mi miedo. Con ganas y con tesón.
 Al dragón le he dado las gracias mientras se marchaba corriendo por su oscura cueva. ¡GRACIAS POR EL VIAJE! ¡ESTA TARDE VOLVEREMOS A VERNOS!

sábado, 10 de marzo de 2012

RELATO: ¿QUIERES BAILAR?

Bienvenidos, tomad asiento, por favor. Disculpad el desorden y la penumbra que reina en mis aposentos. La verdad es que no esperaba visita. Y no tengo nada que ofreceros. Permitidme pues, en esta noche oscura, que os cuente una historia. Ya que no disponemos de fuego, dejad que sean las palabras las que os reconforten con su calidez.

Debía ser el final del invierno o el comienzo de la primavera. El Sol se acostaba mas tarde, los días eran menos fríos y se podía oler en el aire el perfume de flores nuevas. Flotaba en el ambiente una sensación de que la vida estaba volviendo a empezar.

Un muchacho visitaba cada atardecer el claro de un bosque por donde serpenteaba un río de aguas claras, y la hierba era verde y abundante. Bajo un enorme roble que solitario se erguía en aquel claro, se sentaba el muchacho para ver cómo el sol se ocultaba y daba permiso a las estrellas para salir. Le gustaba estar allí, solo. Y aunque no le gustase, no tenía otro remedio, pues solo estaba y solo se sentía. A pesar de que la gente caminara a su alrededor, el se sentía invisible. Nadie le hablaba, nadie le miraba... y comenzó a acostumbrarse a esa sensación de soledad; pues aunque al principio le llenaba de amargura el corazón, poco a poco fue resignándose a no tener a nadie, hasta que el sentimiento dejó de sorprenderle y decidió ceder.

Le gustaba además ser el único que se detenía a mirar el atardecer. Todas las personas que pasaban a su lado iban corriendo a refugiarse en sus casas, huyendo de una noche que aún no había llegado. Agradecía los atardeceres bonitos y maldecía las nubes espesas que traían tormentas y solo dejaban tonos grises en el cielo. El buscaba colores: naranjas, rojos, por poniente, malvas, rosas y morados por levante. Y cuando la tarde era lluviosa y se decía que no podría ver al Sol ocultarse, se iba para casa malhumorado.

Una tarde, el muchacho se sentó bajo el roble con el corazón lleno de pesar. Llevaba días taciturno, pues el tiempo no acompañaba. Los días eran tormentosos, plomizos, grises, y no había podido disfrutar de ningún atardecer. Se sentía cansado, como si por verse privado de colores le faltara la chispa que encendía su corazón. Así que esa tarde, a pesar de que llovía, se quedó allí sentado. Sentía unas ganas de llorar que como siempre ignoraba, y su cuerpo cansado no parecía ser capaz de llevarle a casa.



Oyó entonces el susurro de la hierba. Alguien se acercaba. Levantó la cabeza y entonces la vio. Una chica, mas o menos de su edad, de pelo casi negro, caminaba bajo la lluvia, cabizbaja, ajena a él, ajena a todo. Se detuvo a unos pocos pasos del arbol, dándole la espalda. Sin usar las manos se quitó los zapatos, extendió los brazos como queriendo acariciar la lluvia y comenzó a girar y a bailar descalza sobre la hierba mojada, bajo las frías gotas que caían del cielo. Su vestido de algodón con flores estampadas y su pelo negro ondulaban con cada giro. Gotas de agua resbalaban por sus brazos desnudos. Y su boca dibujaba la mas dulce de las sonrisas.

¿Quien era aquella muchacha? ¿Y por qué bailaba en una tarde tan triste como aquella? El muchacho no podía dejar de mirarla, hipnotizado por el baile, por aquel vestido lleno de colores. Y aunque se sentía intrigado, tenía la certeza de que sería invisible también para ella. No merecía la pena hacer preguntas, pues la muchacha no podría oírle. Decidió dejarla sola, marcharse a casa. No quería compartir su lugar especial con nadie mas. Ya volvería cuando las nubes no taparan el cielo, cuando no hubiese lluvia bajo la que danzar...

Se levantó a duras penas, justo cuando la muchacha giraba despacio mirando en su dirección con los ojos entreabiertos. Al notar algo moverse, la muchacha se detuvo y abrió los ojos completamente. Y entonces ambos se miraron. Si, ella podía verle. Fue toda una sorpresa para el, una sensación completamente nueva, no ser invisible. Agradable, aunque extraña, al no estar acostumbrado. Pero él estaba decidido a marcharse. Sin embargo, ella sonrió y le pregunto:
-¿Quieres bailar?
-No, lo siento- dijo el tras unos segundos de duda.- No se bailar. Además, la lluvia me pone triste. No me apetece bailar.
-Oh, a mi también me pone triste la lluvia.-contestó ella con una media sonrisa.- Precisamente por eso bailo. Para quitarme esa tristeza, para que el agua se mezcle con mis lágrimas y que sea mas fácil llorar y sacar de mí la pena. No quiero que se acumule y me acabe haciendo daño.

El muchacho no habló, estaba demasiado confundido. No entendía como llorar iba a ayudarle a eliminar la melancolía. ¡Si precisamente se llora cuando se está triste! ¡Por eso el evitaba llorar!
-Entonces... ¿quieres bailar? -repitió ella.

...y hasta aquí puedo contaros. No sé si el muchacho bailó y lloró, ni si al día siguiente volvió a llover o si el atardecer fue naranja; ni si ambos volvieron a verse. El resto de la historia aún no ha sucedido.

martes, 6 de marzo de 2012

DESAPARECIDO EN COMBATE

Que donde me he metido, preguntáis. Ojalá pudiese contestaros, pero la verdad es que no lo sé. Y tampoco podría explicarlo para que me entendieseis. No ha sido un lugar físico, tridimensional. Era un estado mental, y la verdad, no muy agradable.

Ya estoy viendo por donde va a ir esta entrada. Va a ser tristona y malrollera. Y la verdad es que quisiera hablar de algo agradable, pero en mi situación actual, va a ser difícil. Tal vez debería hacer el esfuerzo y así remontar, o intentarlo. Pero la inercia de la depresión me empuja contra mi voluntad. De momento estoy escribiendo, y eso ya es algo. Aplacar la voz que me grita “¡¡¡NO HAGAS NADA PORQUE NO MERECE LA PENA!!!” es ya un pequeño triunfo.

Desde la última entrada, parece que he estirado ese sentimiento de melancolía hasta convertirlo en tristeza pura y dura. De la que te deja sin ganas de nada, y se va acumulando y se transforma en algo aun peor.
El sábado tuve un ataque de ansiedad. Si bien es cierto que suelo estar nervioso, no tiene nada que ver esa sensación con un buen ataque de pánico. De esos en los que crees que de verdad te estas muriendo, sintiendo la necesidad de escapar, pero no teniendo a donde. Al final todo se esfuma, vuelves a respirar tranquilo, pero la sensación que queda es de derrota, de no ser mas que un muñeco de trapo que no puede moverse por si solo, necesitando que una mano le guíe y le lleve de un sitio a otro. Siempre anclado en el mismo sitio. Eso si, soñando, como Pinocho, en convertirse en una persona de verdad. Pero frustrado al ver que, a pesar de dar algunos pasos, te acabas cayendo otra vez, y otra.

Lo que ocurre es que las caídas duelen, y no se tienen en cuenta los pasos que se dan, porque toda satisfacción queda emborronada por el dolor de la caída, por muy pequeña que sea.
El viernes, por ejemplo, cogí el tranvía, yo solo. Al fin y al cabo es un metro que va por la superficie, una buena prueba para mi valor. Para mitigar los nervios y distraer la mente me puse a dibujar, observando por el rabillo del ojo las miradas que la gente dirigía a mi papel... Sin embargo, llegando a mi destino comencé a sentirme cada vez un poquito peor. Y mi mente y mi miedo me obligaron a apearme una parada antes de mi verdadero destino. Nada mas bajar me encontraba bien, era capaz de respirar, seguía vivo... pero había abandonado, me sentía frustrado e inútil. No era capaz de ver que de las 11 paradas que me llevaban a mi destino, había hecho 10. Más de un 90% del trayecto total. Tuvo que ser otra persona quien me hiciera ver esto, la gran hazaña que había logrado.

Y así cientos de veces, cientos de días. Tal vez como cantaba Freddy Mercury, “lo quiero todo, y lo quiero ahora”... y debo esperarme y tomarme las cosas con calma.

Así que de estos días en los que he estado desaparecido, por falta de ganas de escribir, por tristeza, hasta llegar al ataque de ansiedad del sábado y hasta ahora mismo que estoy escribiendo, tengo que poder sacar cosas positivas. He hecho unos cuantos dibujos; he cogido el tranvía y el autobús. He bajado al metro. He ido al gimnasio. Me he leído un libro en 2 noches. Le he cambiado la apariencia al blog, e iré añadiendo cosas poco a poco. He adelgazado un kilo y pico. He pintado una camiseta para un amigo. He redescubierto un montón de programas de radio sobre misterio. Lo que me recuerda...

… que he retomado el contacto con una persona con la que no hablaba desde hace tiempo. Y estamos en total sintonía. Los 2 nos sentimos nerviosos, los dos tenemos ansiedad, y los dos estamos haciendo grandes cambios en nuestras vidas. Parece como si “algo” hubiese decidido que teníamos que volver a encontrarnos, porque estamos vibrando en la misma frecuencia. Y curiosamente, un día despues de tener el ataque de ansiedad estaba dando consejos sobre qué hacer en esa situación.


Gente, que pronto nos veremos, con un carro de buenas cosas hechas que no dejen ver las pocas malas que pasan porque si.

sábado, 25 de febrero de 2012

ESA AGRIDULCE SENSACIÓN COMO DE NOSTALGIA

Anoche fue una de las mejores noches que recuerdo. Llena de amigos, de nuevas personas, de emociones, de pequeñas tristezas y grandes alegrías, de risa, de baile, y de cantar a pleno pulmón y con los puños cerrados.

Mis viejos amigos de Ciencia Infusa (David, Dani, Isaac, Pablo y Txerra) dieron un concierto en un café de Bilbao. Viejos amigos y antiguos compañeros, puesto que yo canté con ellos durante bastantes años con el nombre de Introfila... en qué estaríamos pensando. He intentado no desligarme de ellos como grupo, asistiendo a todos los ensayos que podía, haciendo coros e incluso cantando las canciones cuando Txerra faltaba. Aunque tuve que irme del grupo, quería seguir formando parte de el, aunque fuese de forma testimonial. Y ayer tuvo su recompensa, ya que fui invitado a subir a cantar... Pero vayamos por partes, que hay mas cosas que contar.


Dani, Isaac, Txerra y Pablo. El problema de los baterías es que nunca salen en las fotos...

...así que, Davo, te pongo una foto pa ti solito.



El concierto se ha preparado con algo de prisa, ya que Dani se nos marcha a Escocia un par de meses, a estudiar inglés, y no quería marcharse sin subirse a un escenario. Por otra parte, nuestro amigo cuadrillero Guillo también se marcha a Escocia, por motivos laborales. Aunque este por mas tiempo, años quizá. Por eso, este concierto tenía un pequeño poso amargo, de despedida, de hasta luego... nunca de Adiós. -Nunca digáis adiós, no sea que el destino os escuche y no volváis a ver a esa persona.-

Al poco de empezar el concierto, Gonzalo, también ex-miembro del grupo, subió como representante de la cuadrilla a decirle unas palabras de despedida a Guillo, y a entregarle un marco con fotos de los amigotes, para que nos tenga presente en la fría y llena de whisky Escocia. Emotivo momento cuando el homenajeado subió a recibirlo, como Marisa Tomey recibió el Oscar, sin esperarlo... Nos dio las gracias a todos y el mensaje, el “no nos olvidemos aunque estemos lejos” quedó más grabado de lo que ya estaba.

Mediado el concierto, me tocaba el turno. Yo sabía que iban a hacerme una “presentación especial”, pero no tenía ni idea de qué carajo iban a hacer. Tenía hasta miedo de que fuera algo emotivo y me emocionara hasta la lágrima... Pero estos sinvergüenzas me conocen bien y tras unas palabras de recuerdo y presentación, que me daban pie a subir al escenario, comenzaron a sonar los acordes de ¡La banda sonora de Rocky!


...me huele la sobaca

Quiso la providencia que mi sudadera llevara gorro, así que me lo calcé en la cabeza y subí las 3 escaleras que también estaban ahí por “casualidad”. Una vez en el escenario, dando saltitos y puñetazos al aire, levanté los brazos emulando la famosa escena de la película. Desde fuera, todo parecía preparado, pero como digo, no era así, y me dejé llevar, tanto que la respiración era entrecortada por el esfuerzo repentino. ¿Nervios? Ninguno. Y si los había eran de los buenos. Cogí el micrófono, y dedique unas palabras, tanto al público como al grupo.

Mas o menos, lo que vine a decir fue esto:
"Hoy es una noche de despedida, se nos van Guillermo y Dani. Yo se muy bien lo que es decir adios a algo, este grupo sin ir más lejos. Y duele. Pero los reencuentros son maravillosos, soy fé de ello, aqui y ahora. Por eso, aunque esta noche estemos tristes porque se alejan buenos amigos, tengamos en cuenta que pronto nos reencontraremos, con los brazos abiertos, como si nunca nos hubiésemos separado..."

Una foto de INTROFILA, de 2005¡Qué jóvenes éramos cuando éramos jóvenes...!


A continuación tocamos “mas allá de los besos”, canción escrita por Dani, y muy especial para el. Por eso quiso que estuviese presente, que fuese partícipe de ese momento, especial para ambos... y para el resto del grupo. Y para muchos amigos que nos conocen de hace tiempo. Me sentí VIVO al cantar a medias esta canción; Txerra y yo dándonos la réplica, tocando mi guitarra invisible en los solos... Fueron 7 minutos de puro éxtasis.

El concierto en sí fue genial, no tengo otra palabra para describirlo. Acabaron además con una de mis canciones favoritas, “YA SE”, pues describe muy bien lo que se siente, no solo al cantar, sino al dar rienda suelta a la creatividad y al arte, y las ganas de superarnos en lo que nos gusta. Para mi, una obra magna.



Y después... fiesta, mucha fiesta. Mucha charla, muchas risas, muchos recuerdos.

No alcanzo a comprender cómo ni porqué acabé la noche teniendo este sentimiento de melancolía, de tristeza empujando contra un dique intentando salir desesperada. ¿Tal vez me visitó un fantasma del pasado a recordarme tiempos mejores, cuando era yo quien estaba en el escenario? ¿Fue quizá el saber que debíamos separarnos de grandes amigos? ¿O que no me atreví a ser yo mismo con esa chica que me parecía simpática y preciosa y no llegó a saberlo... porque no se lo dije? O tal vez una mezcla de todo esto...

Esta mañana (mediodía) al despertarme, solo me apetecía seguir en la cama, abrazado a mi almohada y escuchando y cantando “Abrázame”, de Doctor Deseo. Disfrutando de este momento de “tristeza alegre” o “alegría triste”. Cantando con la voz quebrada por una noche para no olvidar.

Quiero desear muchísima suerte a Dani y a Guillermo en vuestro viaje y en vuestra vida, que en realidad es el mas grande de los viajes. Pronto estaremos juntos otra vez, al calor de una cerveza fría. O mejor , de un buen whisky escocés...


                                  ¡¡¡Sos queremos, a todos, a todos, a todos!!!